Kul’trung (Timbal)
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En la cordillera andina, los aerófonos o instrumentos de viento han sido ampliamente explorados, existiendo una búsqueda estética propia del territorio, caracterizada por sonidos pulsantes, el batimiento y la vibración de las frecuencias que se enlazan de manera comunitaria.
Esta cualidad denominada aukin por la cosmovisión mapuche, «sonido rajado» entre las comunidades campesinas de la zona central y tara en lenguas aymara y quechua, se constituye como un eco andino que no reconoce fronteras ni límites. En las rogativas y festividades, las frecuencias suenan al ritmo de membranófonos como el kul’trung mapuche, que marca el pulso de los cuerpos sonoros colectivos.
Antiguos saberes fueron adquiridos por el desplazamiento, el trueque y por un sistema social que conectaba a los pueblos, tales como la tradición nampülkafe o viajero mapuche. La identidad musical del sonido pulsante, presente en el registro arqueológico, tiene permanencia hasta hoy en las pifüllka mapuche, las flautas de chinos y las tropas de sikus, lakas, tarkas y pinkuyllos. Cada comunidad tiene sus diseños acústicos y estructuras rituales, que originan cualidades únicas y constituyen su identidad. En su conjunto, producen experiencias en las cuales todos los sentidos se ven envueltos en el encuentro socionatural.
Los vientos vibrantes, sus materialidades y trabajo artesanal, son producto de la interrelación entre las personas y el medio ambiente. Por ejemplo, en las flautas confeccionadas por enlazado de tubos, vemos que los sikus se construyen con cañas que provienen de humedales, mientras que, para las lakas de contextos urbanos, se ocupa plástico.
Las flautas de chinos, el pífano, las pifüllka y el piloilo comparten una misma tecnología en sus tubos internos, con la cual se logra el aukin o «sonido rajado». Madera tallada y tubos ensamblados son decorados con motivos incisos, pintura de colores, telas y sistemas de trenzado en plástico. La selección de piezas muestra cómo cada comunidad otorga identidad a sus instrumentos, reflejando su cultura, historia y relación con el territorio.
Las frecuencias pulsantes están diseñadas para la reunión, celebración y comunicación con lo no humano. En el caso de tarkas y pifüllka, que contienen tecnologías disímiles y se sitúan en latitudes lejanas, sus frecuencias cautelan el clima, propiciando la lluvia para garantizar la buena cosecha. Así, la música es un lenguaje con la naturaleza, herencia cultural que permanece hasta el día de hoy.