Gallinita (Silbato)
2961
Ver fichaTRAVESÍAS SONORAS DE LATINOAMÉRICA
De apariencia simple, los silbatos contienen en sus pequeños cuerpos sonoros un universo de tonalidades, gracias a su tecnología interna que recibe una cinta de aire, choca contra un filo y produce una frecuencia que resuena en su interior.
Miembro de la familia de los aerófonos, comprendidos como aquellos instrumentos en los que el aire es puesto en vibración a través de su flujo continuo, estos objetos suelen ser pensados como un artefacto sencillo, con frecuencia vinculado a la nimiedad de un silbido.
Cuando descubrimos el silbido propio, tomamos consciencia de las posibilidades que entrega la sonorización de nuestro soplo. Según la intensidad y los ángulos por los que se desplaza su corriente, se transforma en uno u otro sonido. La misma simple complejidad evoca el silbato.
La presente selección de ejemplares provenientes de Guatemala, Nicaragua, México y Paraguay muestra la diversidad de técnicas y formas posibles para la confección de cámaras de resonancia, aeroductos y orificios que nos permiten escuchar al viento. La pasta cerámica, mixtura de tierras que con humedad se vuelve moldeable, es el material común para esta exploración de formas y sonidos.
Los sonidos del xul, denominación maya que engloba a los aerófonos, se nutren del paisaje sonoro del entorno de Antigua, en Sacatepéquez, Guatemala. Agua, viento y el canto de las aves son evocados por el efecto de salida de aire vibrante, pero también en sus diseños de barro vidriado que vuelven miniatura a peces y aves.
Los silbatos de La Paz Centro, localidad de Nicaragua, destacan por la variedad cromática con que representan los animales de la región; instrumentos que estaban insertos en la Gritería, fiesta religiosa en honor a la Inmaculada Concepción de María.
Los instrumentos de Coyotepec, pueblo de Oaxaca, México, optimizan la relación forma-tecnología en cuanto los cuerpos globulares de los animales y seres no humanos representados sirven como aeroductos y soportes para cada pieza. Estos silbatos de cerámica negra zapoteca revelan los procesos de cocción, alisado y bruñido, que se inspiran en silbatos antiguos como el chichtli o el huilacapiztli para mantener viva la tradición iconográfica y sonora local.